El 21 de septiembre -aunque suele ser durante todo el mes, en general- las personas regalan flores, plantitas y otros detalles florales, como un cuadrito de tulipanes que vi a la pasada en un local pero que no compre porque me salía cinco mil pesos (muuuy caro). Es un día super romántico y, aunque no recibí nada ese día, compartí la emoción de aquellas personas que andaban con pequeños ramos de flores por el subte y las calles.
Lamentablemente para los alérgicos -hola, que tal- este es un día del horror. Repito, se me escapo muchas sonrisas cuando veía a tantas personas ilusionadas con sus flores amarillas, pero cuando una señora se me sentó al lado en el colectivo, con un plantin de flores blancas, me quise morir. Soy alérgica, VIVO con pañuelitos en los bolsillos de mis camperas, en los bolsillos de carteras y mochilas, tengo pañuelitos de paquetes lindos que saco cuando alguien me pide y tengo pañuelitos no tan lindos en los cajones de mi escritorio y en mi mesita de noche.
Los pañuelos son mi esencial en esta vida, y septiembre para mi, es una tortura.
La señora habrá mal interpretado la forma en la que salí corriendo a la otra punta del colectivo, pero es que, señora, si usted supiera, lo que es vivir con la nariz paspada, irritada y llena de mocos.
Yo también quiero flores, nunca podrán ser las reales, pero acepto cuadros de tulipanes.
Ahora que octubre comenzó, las flores también y los viajes en colectivo son mas cómodos cuando no tengo que huir de señoras con margaritas.
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