Lealmente Maya

Yacía tirado en el suelo, aun sujetando su varita y mirándole fijamente.

​

En un momento, su cuerpo se rehusó a seguir caminando. Escuchar su nombre salir de sus labios fue un punto de quiebre. Corrió, tropezando un par de veces con los escombros del castillo desparramados por el suelo. Aun así, ya era demasiado tarde.

​

Llegó a su lado, casi tirándose sobre él.

​

-¿Puedo tomar tu mano? –Susurro débil, el charco de sangre se volvía cada vez mas grande. Lo acomodo entre sus brazos, cumpliendo su petición. Sus manos estaban frías, muy frías. –Tus ojos son mi cielo ¿lo sabías?

​

No, no lo sabía, pero no pudo contestarle porque si lo hacía estaba seguro que solo saldrían gritos y alaridos de dolor.

​

Sus ojos no le dejaron de ver, ni cuando sus amigos corrieron hacia ellos gritando el nombre de Harry. Se mantuvo firme, hasta que el frío de sus manos alcanzó su cuerpo y el verde de sus ojos se opaco.

​

Voldemort había muerto.

​

Harry Potter había salvado al mundo mágico y aun así, Draco sintió que todo estaba perdido.