Lealmente Maya

-Ven a la cama.

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Estaba a punto de replicar, esos documentos debían estar impecables para mañana, aun si la reunión era por la tarde, su vena perfeccionista no le permitía abandonar el escritorio. Aun con tanto que hacer, guardó silencio.

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No supo qué, pero Draco sintió que algo no estaba del todo bien. Entonces lo miró, Harry estaba recargado en el marco de la puerta, ojeroso y aún más cansado que el mismo.

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Harry nunca lo interrumpía cuando estaba en su oficina. Tampoco sería capaz de darle una orden, porque sabía perfectamente que Draco se resistía cuando actuaba todo mandón como el jefe de auror que era.

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Se quitó los lentes, dejándolos sobre la superficie de madera y escuchó al hombre suspirar aliviado.

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El trabajo podía esperar hasta mañana, su marido siempre estaba primero.

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Recorrieron el camino a su habitación tomados de la mano y se acomodaron en la cama, con Draco abrazándolo por detrás, besando el nacimiento de su cabello. Lo tomó con más fuerza cuando el cuerpo de su marido comenzó a temblar y los sollozos rompieron el silencio del cuarto.

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A veces pasaba, el pasado los acosaba y no les permitía ni respirar, generalmente más frecuente en Harry, pero ocurría y ambos se aseguraban de estar para el otro.

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El resto de la noche le susurro todo su repertorio de cursilerías, esperando otorgarle un poco de paz a Harry: Te amo, estoy aquí, estás a salvo.